Nuestra hija pequeña (cerca de los ocho años) tiene por costumbre, como antes hacía su hermana, que la tomemos en brazos después de cenar. Le gusta "hacer su nidito" con cualquiera de nosotros dos antes de que llegue la hora de prepararse para irse a la cama. Es en este rato cuando a veces hace "las preguntas" que de modo recurrente nos formula sobre su origen, su nacimiento, su familia biológica, China... No es algo que plantee a diario pero sí de vez en cuando. Me alegro de que haga estas preguntas, ya que indica que confía en nosotros y necesita compartir lo que le imquieta sin guardárselo para ella. Va formando lentamente su personalidad y necesita ir atando cabos, juntando piezas de su puzzle vital y busca nuestro apoyo. Cuando respondemos, siempre lo hacemos con la mayor naturalidad posible.
La otra noche volvió a preguntar:
¿Cuál es mi madre "verdadera", la de China o tú?¿Por qué me dejó, no me quería?Sabemos que busca rearfirmar nuestro incondicional amor, sin atisbo de duda. La imagen que le devuelve el espejo y muchas personas en distintos contextos, por el hecho de ser china, debe ser armonizado con su familia, sus padres "diferentes", tan amorosos hacia ella y su hermana como otros que conoce. Sabemos que necesita "asideros" , para no sentirse lo que llaman "niños banana", amarillos por fuera y blancos por dentro.
El amor no es suficiente y sabemos que nuestra hija busca no sólo seguridad afectiva, sino elementos para construir su identidad de un modo armonioso, sin contradicciones. El hecho de haber sido "dada en adopción" es algo que debe asumir lo mejor posible , con el que debe vivir, pero que no debe condicionar su vida. Tambien el hecho de tener los rasgos distintos a sus padres y a la mayoría de personas que conoce debe ser algo que asuma con naturalidad, con orgullo y sin complejo alguno.
Papá, ¿a que te gusta tanto la música china porque nosotras somos chinas?China entró en nuestra vida con nuestras hijas y sin perder de vista quienes somos, qué cultura tenemos y cuál es el contexto en que vivimos, el hilo con el país de origen de nuestras pequeñas nunca debe romperse.
Cuando adoptamos a nuestras hijas en un país tan lejano, tan distinto, en cierto modo por respeto y agradecimiento, también asumimos el compromiso de adoptar ese país.
Nada de China nos es ajeno ni lo sentimos lejano.
Certera reflexión, Jose Luís: Adoptamos también el país.
ResponderEliminarPor cierto que a mi mujer le voy a decir que es una madre "huevo": blanca por fuera y amarilla por dentro, jajaja
Jose Luís que bello post. Has dicho lo que nosotros sentimos y hacemos todos los dias. Para siempre, la China, es nuestra segunda tierra. Sabes, ya vamos a ir por tercera vez este Marzo proximo or nuestra segunda hija, que llamaremos, Paloma Lucia Yuan.
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