¿enseñar o aprender?
¿Estamos en Occidente en condiciones de dar lecciones a China?
Como es habitual en él, Rafael Poch, corresponsal en Pekín de "La Vanguardia", nos plantea una reflexión "contracorriente" del actual, cada vez más "pensamiento único" contra China.
"...la tradición china resalta por la ausencia de grandes rupturas y su continuidad. La continuidad civilizatoria y política de China, con sus altos y bajos, dispersiones y unificaciones, es única. La actual República Popular, es heredera de una tradición política continua de dos mil años y de una civilización de cuatro mil. Es como si en nuestros días existiera el imperio romano como entidad política, o como si el Egipto faraónico hubiera mantenido su identidad cultural. Y el ideólogo mas "formativo" de esa tradición, Confucio (551-479 A. de C.), es un coetáneo de Sócrates y Herodoto que en aquellos tiempos ya llamaba a respetar el orden superior de las antiguas tradiciones...
Así que las preguntas se imponen; una nación tan antigua y única en su demostrada capacidad de sobrevivir, que hoy resume y contiene, como ninguna, los dilemas existenciales de toda la humanidad, ¿puede ser observada con vehemencia y sin respeto?; ¿debe ser objeto de arrogante aleccionamiento, o sujeto de intercambio y observación?; ¿no tendrá esa anciana alguna receta que aportar, con miras a resolver la crisis global?.
Tradiciones chinas como la de meritocracia, la concepción del gobierno como el arte de evitar conflictos, la prudencia y la experimentación, y la racionalidad que se desprende de la ausencia de prejuicios religiosos, ¿podrían aportar algo a la transición energética mundial que nuestros hijos vivirán de pleno?; ¿a la quimera del conflicto de civilizaciones?, ¿a la proliferación de los recursos de destrucción masiva animada por las principales potencias de Occidente?... Los desafíos del siglo imponen cambios del modo de vida. La civilización de la crematística y la codicia no podrá ser superada sin cambios de valores, sin recuperar el magnífico ideal de la nivelación social -desprovisto de toda la barbarie antihumanista que China y Rusia aportaron en nombre de aquella en el Siglo XX-, sin "el espíritu de Buda y Francisco de Asís", como decía Arnold Toynbee. ¿Qué aporta la tradición china a todo eso?."
Rafael Poch- "La Vanguardia" 13-3-2008
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