9.9.07

Mujer y Sufrimiento





Familia:

Hoy cojo un pincel y mi corazón vuela hasta mi hogar.
Escribo a mi familia: saludos a mis queridos padres, a mi tía y a mi tío.
Cuando pienso en el pasado no puedo reprimir las lágrimas.
Todavía me entristece haber dejado mi hogar.
Mi hijo está a punto de nacer y paso mucho calor.
Mis suegros son despreciables.
Hago todas las labores domésticas.
Con este calor no se puede vivir.
Hermana, prima, cuidad de nuestros padres.
La única esperanza de las mujeres es que nuestros padres vivan muchos años.
Así siempre tendremos un lugar al que regresar y donde pasar las fiestas.
En nuestra casa natal siempre habrá gente que nos quiere.
Por favor, sed buenas con nuestros padres.

Vuestra hija, hermana y prima.
("El Abanico de Seda" (p.116) Lisa See. Editorial Salamandra

A Luo Cuifen de treinta y un años le han descubierto veintitrés agujas alojadas en su cuerpo, algunas de ellas en órganos vitales y que ponen en grave riesgo su vida. Es la terrible herencia que le dejaron unos abuelos obsesionados con un nieto varón y que descargaron toda su frustración en su nieta recién nacida.



La lectura de este horrible suceso me ha hecho recordar inmediatamente el pasaje que encabeza este "post" y que está extraído del libro que actualmente estoy leyendo: El Abanico de Seda, de Lisa See. En esta interesante novela, las protagonistas hermanadas de por vida, conocen un código de comunicación transmitido de generación en generación y que los hombres ignoran: el Nu Shu .Es un lenguaje al que los hombres no tienen acceso y por ello es la forma de comunicación entre mujeres que sirve de válvula de escape, de desahogo, a las frustraciones y angustias, y soporte a las esperanzas y deseos de unas mujeres resignadas a vivir cumpliendo las reglas de una sociedad injusta y en ocasiones muy cruel que, en nombre de unas costumbres felizmente desaparecidas, las sometían a humillaciones permanentes y torturas increíbles como era el vendado de pies. En esta novela, conmociona el capítulo dedicado a esta práctica. Es horrible pensar en el sufrimiento de unas niñas que empiezan a dejar la infancia con una tortura que su propia familia le infringe. Ser una "atractiva mujer", lo suficientemente "femenina" para poder casarse y engendrar un varón era el principal, si no el único objetivo que movía a las familias en aquel tiempo.


Nuestras hijas probablemente (nunca lo sabremos con certeza) son el último capítulo de una historia, de una época, que parece que felizmente va quedando atrás. Escribí en una ocasión sobre la condición de mujer en la China rural a propósito de una noticia sobre el elevado índice de suicidios de mujeres en China. La convivencia no deseada con suegros, maridos y hermanos; y la presión y el desprecio que a veces éstos sienten hacia estas mujeres, provocan historias terribles como esta. Sucesos como el ocurrido a Luo Cuifen nos trae a la memoria lo que no deseamos recordar pero no debemos olvidar.

2 comentarios:

  1. Anónimo8:18 a. m.

    Es importante no olvidarnos,como mujeres,que los derechos que hoy nos asisten,en cualquier sociedad,fueron y están siendo conseguidos con el sufrimiento de nuestros antepasados.Y que no se echen las manos a la cabeza los occidentales con el vendaje de los pies,que en España sólo hay que leer las páginas de sucesos para ver lo bárbaros que son algunos.Muy bonito el pasaje del libro.

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  2. Jose Luis gracias por compartir esto.

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