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Hoy he leído la noticia de que la Política del Hijo Único podría tener los días contados. Tres décadas de control del Estado de la población podrían tocar a su fin.
Nuestras hijas, nuestras familias, son con casi toda seguridad, parte de ese efecto no previsto de una ley que ya, a comienzos del siglo XXI, en pleno despegue económico de China y con un problemático desequilibrio en género, está llevando a las Autoridades a plantearse la conveniencia de derogarla.
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