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A estas alturas todo el mundo ha podido ver la terrible agresión racista de un indeseable hacia una joven indefensa. Esa patada me ha hecho mucho daño y confieso que ha herido mi sensibilidad profundamente. Esa joven podría ser una de mis hijas. Tener rasgos diferentes a los de la mayoría puede ser motivo suficiente para que un ser como el agresor de esta ecuatoriana la emprenda a golpes. La sociedad debe reaccionar y no colocarse de perfil ante estas agresiones que no son una simple falta como nos quieren hacer ver. Parece que no hay un parte de lesiones ni un informe psicológico para que este juez decida ser contundente con el agresor. Para este juez, la contemplación de las imágenes no es suficiente, no es un atestado lo suficientemente claro y definido para ver no sólo agresividad brutal y gratuita, sino abuso y racismo. Parece que este juez es muy "competente" y "responsable" en la aplicación de la ley y en amparar los derechos del agresor, pero poco sensible con la víctima, que (y ahí está la clave) somos todos. A todos nos ha agredido y no acepto tanto celo garantista con el agresor para no aplicar el espíritu de la ley que sostiene como agravante el racismo. No me creo que no exista una interpretación de la ley que permita , al menos durante unos días mandar a este "homínido" a la carcel. No es cuestión de venganza, sino de justicia.
La paz no se construye "entendiendo" al violento y "justificando" las causas, los orígenes de su comportamiento agresivo ( de hecho todo acto violento, analizado hasta el final puede ser entendido), se construye defendiendo a las víctimas primero, castigando al agresor después y por último luchando para que las causas de esta violencia no se vuelvan a producir. En ese orden.
Tolerar la violencia, entenderla, pretender justificarla es el germen de más violencia. Así no se construye la paz. Se construye siendo contundente con los comportamientos antisociales, al principio, cuando aún hay tiempo.