Este es un breve fragmento de la historia de mi hija pequeña, pero que es muy parecida a la de su hermana y a la de otras muchísimas niñas nacidas en China y que son nuestras hijas del corazón:
Supimos por primera vez de ti una cálida mañana de abril. En un soleado y bello día de primavera, una voz al otro lado del teléfono nos dijo que tenías seis meses y nos esperabas en China.
Tu hermana , tu mamá y yo nos pusimos locos de alegría. Fuimos a ver tu foto y vimos que eras una niña muy bonita, morena y con unos pequeñitos ojos rasgados. Nos enseñaron dos fotos y en una se te veía sólo la cara y tenías poco pelo . En la otra estabas sentada vestida con un anorak varias tallas más grande y rodeada de unos objetos que no sabíamos que significaban aunque luego nos dijeron que eran símbolos para desearte buena suerte y que los que te querían allá en China pusieron en la foto.
Empezamos a preparar tu llegada.
Pusimos una cuna junto a la cama de tu hermana. Compramos ropa y juguetes. Muchas veces mirábamos el cuarto preparado para recibirte y te imaginábamos ya allí. Eso nos hacía muy felices y pensando así nos íbamos a la cama contentos.
Cuando se aproximaba la fecha de viajar a China, hicimos la maleta y pusimos en ella todas las cosas que íbamos a necesitar. Tu hermana preparó un juguete para ti que te daría el día que te abrazásemos. Íbamos cargados de cosas y de pensamientos felices.
Viajamos en un enorme avión durante muchas horas en un viaje muy largo pero que no se nos hizo pesado porque la ilusión que teníamos era tan grande como el avión. Tu hermana , tu madre y yo así como otras familias que iban a conocer sus hijas teníamos una permanente sonrisa que no se nos quitaba ni cuando dábamos una cabezada vencidos por el sueño.
Cuando aterrizamos en el aeropuerto de Pekín era por la mañana y esperamos unas horas a tomar otro avión que nos llevaría a Nanchang, donde tú nos estabas esperando.
De camino desde el aeropuerto a la ciudad pudimos ver los campos verdes y a las personas trabajando en ellos con la ayuda de bueyes. También vimos ocas.
La ciudad de Nanchang es muy grande y llena de gente sonriente que camina de aquí para allá y sobre todo que pedalea en bicicleta. Había cientos y cientos de ellas.
Había también muchos coches mezclados con las bicicletas pero todos iban despacio, con tranquilidad y se podría decir que parecían no tener prisa.
Hacía mucho calor y la gente tomaba helados y frutas. Muchas personas estaban charlando en las aceras y algunas jugaban sobre un tablero a un juego que se llama Majog.
El minibús aparcó delante del hotel, que era un rascacielos muy moderno de cristal verde. Desde la habitación teníamos una vista impresionante de
Sólo nos dio tiempo a dejar las maletas y ducharnos, cuando enseguida nos avisaron de que estabais esperando con vuestras cuidadoras en una habitación del hotel.
Nos pusimos muy nerviosos y todo el cansancio se nos quitó de golpe.
Tú también habías hecho un largo viaje de muchos kilómetros desde la ciudad donde vivías. En tu orfanato había muchas niñas en gran cuarto lleno de cunas donde unas junto a otras dormíais y las niñeras que os cuidaban os daban todo el cariño que podían pero sabían, como también sabíamos nosotros, que lo que vosotras necesitabais era una familia.
Allí tenías delante a tu familia. Enseguida te reconocimos. Estabas abrazada a una cuidadora muy joven y parecías sorprendida. Cuando te abrazamos no lloraste y cogiste el juguete que tu hermana te traía preparado. A poco tiempo te quedaste dormida. Nosotros de la emoción y la ilusión, casi no pudimos pegar ojo. ¡Estábamos tan felices!
Después de ese día estuvimos dos semanas más en China que nunca olvidaremos. Visitamos las cosas más importantes y bonitas del país donde naciste y regresamos a España en otro imponente avión. Fue este el final de un precioso, emocionante e imborrable viaje y el comienzo de otro que hoy continúa: el viaje por la vida de nuestra familia siempre unida.
Esta es, sin duda, la entrada más bonita que ha escrito.Las niñas tienen mucha suerte de tener la familia que tienen.Sin duda, los amuletos de la foto funcionaron.
ResponderEliminarSencillo y tierno, sí, efectivamente, también es la historia de mi hija, y también fuimos a buscarla a Nanchang, solo que a nosotros no nos dio tiempo ni a ducharnos...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo