El orgullo de haber nacido en China se les reforzó a mis hijas con la visión del espectáculo representado por el Ballet de Hubei de
Las Campanas de la Paz.
Maravillos ochenta minutos de música, luz y movimiento que son todo un goce. Sensibilidad, delicadeza y sensualidad a raudales. El virtuosismo y la perfección que demostraron esos jóvenes artistas demuestran que la belleza no tiene edad ni fronteras.
Después del espectáculo nos fotografiamos con los artistas que demostraron que no sólo eran buenos profesionales, sino también personas amables y con sensibilidad. No olvidaré la expresión de sus caras cuando les dije que mi hija mayor nació en Hubei. Espontáneamente la cogieron en brazos y así posamos para las fotos del recuerdo. Mi hija mayor sonreía feliz y durante algunos momentos de la represetación me decía espentáneamente
¡qué bonito! ¡qué bonito!
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