26.1.08

de localismos y globalismos


Estoy en las primeras páginas de la lectura de "La inmigración china en España", de Gladys Nieto y lo cierto es que me está gustando "el tono" de este estudio sobre los chinos en nuestro país, su origen, nivel de integración, relaciones con el país de origen, etc.
Contribuir a deshacer leyendas urbanas, tópicos y estereotipos sobre los chinos que viven en España es siempre de agradecer. Lo fácil , lo que "vende" más es ahondar en esas ideas del imaginario de la gente corriente que ve a los chinos como un pueblo misterioso y cerrado con escasa o nula relación con el resto de los españoles. La autora de este estudio, se acerca de un modo respetuoso a esta , rica en matices, comunidad de inmigrantes que en la última década ha tenido en crecimiento exponencial, colocando a España entre los países de Europa que en la actualidad más inmigrantes de origen chino recibe .
Leyendo este libro, reflexiono sobre la identidad, el origen de cada cual, el sentimiento de pertenencia a una patria, ... El libro dedica un capítulo al nacionalismo chino y esto me lleva a pensar en nuestros propios nacionalismos. Si algo nos caracteriza a los españoles es el hablar mal de nosotros mismo como país y el despreciar al otro ya sea porque se sienta español, o porque no se sienta. El respeto civilizado al otro, la búsqueda de lo que nos une, el enriquecimiento por la incorporación a lo nuestro de lo distinto,... debería ser nuestra guía para la convivencia en este pequeño rincón de Europa. Somos pocos y nos llevamos mal y China, tan enorme, tan gigantesca, tan variada, tiene un poso común que une a los chinos de todo el planeta.
No me gusta el nacionalismo excluyente que busca restar y no sumar, que se hace la víctima pero que en el fondo desprecia a "los otros" porque se siente superior y piensa que lo suyo es lo de más valor y que quizás, en el fondo lo que tiene es miedo a mezclarse y "contaminarse" con "los otros" y así perder la identidad. Tampoco me gusta ese otro nacionalismo que busca uniformar y que desprecia los matices y que desearía eliminar lenguas y costumbres porque no se ajustan a las mayoritarias. En el fondo es lo mismo.
El sentido común y el respeto a los demás, así como el deseo sincero de incorporar a nuestra vida lo que nos gusta de los demás, sin miedos y sin complejos, debería ser lo que nos guiase en asuntos de naciones, patrias y estados.
Ya que ahora no ocurre así, de cara al futuro deberíamos educar a nuestros hijos en la búsqueda una verdadera globalización ciudadana, donde lo importante sea aprender de los demás, abrirse a ellos y no encerrarnos en nuestras propias fronteras mentales.


Cuando nos miramos el ombligo, olvidamos que a fin de cuentas todos habitamos un mismo planeta, que es "nada" en el conjunto del Cosmos y que lo que hoy nos parece tan decisivo e importante con respecto a los demás en cuanto a señas de identidad es "nada" comparado con nuestra historia común de "Homo Sapiens" que un día inició un viaje planetario y de miles de años desde el centro de África. Los humanos, como demuestra el estudio reciente de los marcadores genéticos, estamos emparentados y compartimos antepasados. Leí hace poco un interesante libro que desarrolla este tema (El viaje del hombre, una odisea genética) y que ha reforzado en mí la idea de debemos ser cada vez más "globalistas" y menos "localistas".

3 comentarios:

  1. Anónimo11:00 a. m.

    G. Nieto es toda una eminencia en los estudios sociológicos centrados en los inmigrantes chinos en España. A mí también me gustó cómo recorre esos estereotipos que hay sobre "ellos", que no son más que el fruto de este miedo a lo desconocido tan propio de los humanos.

    Me ha gustado mucho tu reflexión final. Yo también estoy convencida de la necesidad de un "globalismo" real, pero también lo veo cada vez más lejano.

    Besos, José Luis.

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  2. Hola José Luis,
    Pues como siempre, para agradecerte tus explicaciones y entradas tan interesantes, y además para pedirte un favorcillo.
    En mi nuevo intento por crear la Adopteca (el blog anterior lo eliminé), he pensado que será más fácil poner símplemente los datos del libro, y dejar los comentarios para todo aquel que lo haya leído. Sobre todo porque yo no he leído todos los libros que hay en ella y si sólo pongo los que sí, acabaría muy pronto.
    Bueno que me enrollo.
    El favor es que quiero incluir los libros que tú mencionas aquí, y me gustaría poner como resumen, lo que has comentado sobre ellos.
    Ya me dirás algo, no se si tienes la nueva dirección, así que te la paso:
    http://adopteca.blogspot.com/
    un saludo
    Elén, la de Farolillos chinos

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  3. Anónimo4:34 p. m.

    Hola !Señor (a) salga las iglesia falsa. lea estos lectura con paciencia
    , hay le mando las paginas de los Testigos de Jehová: "
    www.Watchtower.org www.jw.org" ; para que la lea, si esta interesada (o) , hay dice
    quiere un estudio biblica, a la derecha dijale que si.

    Un nuevo mundo, ¿llegará algún día?

    EL 13 DE ABRIL DE 1991, George Bush, el entonces presidente de Estados Unidos, pronunció un discurso en Montgomery (Alabama, E.U.A.) titulado: "La perspectiva de un nuevo orden mundial". En conclusión, dijo: "El nuevo mundo que tenemos ante nosotros [...] es un mundo maravilloso por descubrir".

    Dos meses después, la revista The Bulletin of the Atomic Scientists mencionó que tras la caída de los regímenes comunistas en la Europa oriental, "parecía que nos encontrábamos a las puertas de un nuevo orden mundial basado en la paz, la justicia y la democracia".

    En 1993 se sigue hablando de un nuevo mundo. The New York Times informó en enero sobre un acuerdo para la reducción de las armas nucleares. El periódico señaló: "Eso pone a Estados Unidos y a Rusia ‘al umbral de un nuevo mundo de esperanza’, según las acertadas palabras del presidente Bush".

    Dos semanas después, el nuevo presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, proclamó lo siguiente en su discurso inaugural: "Hoy, cuando un viejo orden desaparece, el nuevo mundo es más libre, pero menos estable". E incluso afirmó: "Este nuevo mundo ya ha enriquecido la vida de millones de estadounidenses".

    De modo que se ha hablado mucho de un nuevo mundo, un mundo diferente y mejor. Durante un período relativamente breve, se contaron 42 alusiones de George Bush a un "nuevo orden mundial" en declaraciones públicas.

    Pero ¿son una novedad esos comentarios? ¿Se habían oído antes?

    No son nada nuevo


    mayo de 1919, justo después de la I Guerra Mundial, el Consejo Federal de las Iglesias de Cristo en América celebró una reunión en Cleveland (Ohio, E.U.A.), en la que se anunció ‘la perspectiva de un mundo nuevo y mejor’. Uno de los oradores afirmó: "Será un nuevo mundo en el que el principio de competencia habrá dejado paso al de asociación y compañerismo. Un nuevo mundo en el que el principio de unidad habrá reemplazado al de división [...]. Un nuevo mundo en el que la hermandad y la amistad habrán desplazado todos los antagonismos, excepto la guerra contra el mal".

    ¿Cómo creían las iglesias que vendría este nuevo mundo? ¿Por medio del gobierno del Reino de Dios prometido en la Biblia? No. Para hacer realidad ese nuevo mundo, contaban con una organización política. "Lo que hoy llamamos Sociedad de Naciones —dijo cierta autoridad eclesiástica— es una consecuencia indispensable e inevitable de todos nuestros esfuerzos y nuestra fe cristiana en el mundo." Las autoridades eclesiásticas de aquella época hasta calificaron a la Sociedad de Naciones como "la expresión política del Reino de Dios en la Tierra".

    Por otra parte, un poderoso dirigente de Alemania, Adolfo Hitler, se opuso a la Sociedad de Naciones, y en los años treinta fundó el Tercer Reich de Alemania. Afirmaba que el Reich duraría mil años y lograría lo que la Biblia dice que solo el Reino de Dios puede lograr. "Estoy empezando con los jóvenes —dijo Hitler—. Con ellos puedo crear un nuevo mundo."

    hizo construir un estadio inmenso en Nuremberg para exhibir el poder nazi. Un detalle significativo es que se levantaron 144 columnas gigantescas sobre una plataforma de casi 300 metros de longitud. ¿Por qué 144? La Biblia menciona que 144.000 gobernarán con "el Cordero" Jesucristo y que su gobernación durará mil años. (Revelación 14:1; 20:4, 6.) Es obvio que no se levantaron precisamente 144 columnas en el estadio de Nuremberg por pura casualidad, pues está bien documentado que los funcionarios nazis usaban términos y simbolismos bíblicos.

    ¿En qué resultaron los esfuerzos de los hombres por llevar a cabo lo que, según la Biblia, solo el Reino de Dios podrá realizar?

    Fracasan los esfuerzos humanos

    La historia atestigua elocuentemente que la Sociedad de Naciones no fue capaz de introducir un nuevo mundo de paz. Aquella organización fracasó cuando las naciones se sumieron en la II Guerra Mundial. Además, después de solo doce años, el Tercer Reich quedó reducido a ruinas. Fue un fracaso total, una vergüenza para la familia humana.

    En el transcurso de la historia humana, los esfuerzos por crear un nuevo mundo pacífico jamás han tenido éxito. "Todas las civilizaciones que han existido finalmente han caído —comentó Henry Kissinger, ex secretario de Estado de Estados Unidos—. La historia es una recopilación de esfuerzos que fracasaron, de aspiraciones que nunca se hicieron realidad."

    Entonces, ¿qué puede decirse del nuevo orden mundial del que tanto han alardeado últimamente los líderes mundiales? Los estallidos de violencia étnica han ridiculizado la misma idea de que haya un nuevo mundo de esta clase. Por ejemplo, el pasado 6 de marzo, el columnista William Pfaff dijo con sarcasmo: "El nuevo orden mundial ha llegado. Funciona bien y es nuevo de verdad: consagra la invasión, la agresión y la limpieza étnica como formas aceptables de conducta internacional".

    Los terribles conflictos y las atrocidades que han ocurrido desde la caída del comunismo son espantosos. Hasta George Bush reconoció poco antes de dejar su cargo en el mes de enero: "El nuevo mundo podría con el tiempo ser tan amenazador como el antiguo".

    ¿Hay razón para tener esperanza?

    ¿Significa esto que la situación es desesperada? ¿Es la idea de un nuevo mundo tan solo un sueño ilusorio? Es obvio que el ser humano no ha podido crear un nuevo mundo. Ahora bien, ¿qué hay de la promesa del Creador? "Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según [la] promesa de Dios", contesta la Biblia. (2 Pedro 3:13.)

    Los nuevos cielos que Dios promete son una nueva gobernación sobre la Tierra. Se trata del Reino de Dios, su gobierno celestial por el que Jesús enseñó a orar. (Mateo 6:9, 10.) Ese gobierno celestial estará compuesto de Jesucristo y 144.000 cogobernantes, y la nueva tierra será una nueva sociedad de personas. Sí, el ser humano vivirá en un glorioso nuevo mundo apoyando lealmente la gobernación de Dios.

    El gobierno del Reino de Dios regirá sobre el prometido nuevo mundo. De modo que el nuevo mundo no será de creación humana. "El Reino de Dios no significa en modo alguno una acción emprendida por hombres ni un reino establecido por ellos —explica cierta enciclopedia bíblica—. El Reino es una acción divina, no un logro humano, ni siquiera el logro de cristianos dedicados." (The Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible.)

    El bajo el Reino de Dios vendrá sin falta. Usted puede confiar en esta promesa porque quien la hace es "Dios, que no puede mentir". (Tito 1:2.) Sírvase analizar la clase de mundo que será el nuevo mundo de Dios.

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