Esta semana he conocido
una de esas historias que te emocionan, te hacen pensar y sobre todo, te provocan sentimientos contradictorios.
Sentimientos de tristeza y compasión por el sufrimiento ajeno, de rabia e impotencia por la injusticia social que provoca la pobreza y de esperanza por la unión y solidaridad de las personas en momentos difíciles.
En Pekín, a finales del mes pasado, los Gong, un matrimonio de trabajadores inmigrates muy pobres naturales de Henan, con dos hijos a su cargo, se suicidó (como suelen hacerlo en China: tomando un veneno, en esta ocasión un insecticida) ante la terrible desesperación que sentían de no poder sacar a adelante a sus hijos.
El padre, desde hacía algunos años en que sufrió una hemorragia cerebral, tenía paralizado medio cuerpo y no podía trabajar y la madre trabajaba desde entonces acarreando mercancías en una moto sin licencia y ganando diez yuan (algo más de un euro) al día. El hijo mayor estaba de aprendiz en un taller mecánico y la hija, de diez años, a pesar de todo asistía a la escuela donde sacaba buenas notas.
Era la esperanza de sus padres y la misma noche en que se suicidaron la madre le rogó a su hija que estudiase y fuese a la universidad.
Los Gong sentían que eran incapaces de mejorar su mísera existencia y sus vidas transcurrían desde hacía años hundidas en la mayor desesperanza. Su miseria no tenía fin y la desesperación que les provocaba les avocó al suicidio como única salida.
Detalles de esta emotiva historia aparecieron, junto con fotografías en
el blog de Li Yuanyuan , que tomó su cámara y fue a la escuela de la niña de diez años que había quedado huérfana. Habló con ella, con su tío, que provisionalmente se hará cargo de la pequeña y con el director del colegio.
En el patio del colegio al que asiste Jing, en un acto muy emotivo según se aprecia en las fotos, los profesores alumnos y padres se solidarizaron con la pequeña Gong Jinghong y aportaron dinero para el traslado de las cenizas de sus padres a su provincia de origen y para ayudar a los huérfanos y a su tío, que aún con medio cuerpo paralizado trabaja regogiendo basura y tiene unos ingresos de 1200 yuan al mes. Su tío vive solo en Pekín y su esposa y dos hijos permanecen en Henan a donde envía, a pesar de todo 1000 yuan al año.
Terrible historia, esto muestra que la sociedad a nivel mundial atraviesa problemas psicologicos graves y la pobreza hace estragos en la gente. Nadie merece pasar por esto, espero que haya luz en las conciencias de las personas y se haga algo por los necesitados.
ResponderEliminarUn abrazo