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Creo que nunca he dicho que mi trabajo, lo que me da de comer y a lo que he dedicado y dedico toda mi vida profesional es la enseñanza. Soy maestro. Desde que comencé hasta hoy en día he podido comprobar como lentamente se ha ido deteriorando todo este mundo de enseñanza-aprendizaje, de trasmisión y refuerzo de valores, de preparación para el futuro, que es mi trabajo de maestro.
Ese deterioro no lo es en cuanto a medios, ya que en la actualidad tenemos de todo. Nunca se han tenido tantas herramientas para poder facilitar a los chicos el aprendidaje, el conocimiento del mundo y de sí mismos. Nunca los maestros hemos dispuesto de tantas maravillas tecnológicas y de tantos medios de todo tipo para poder enseñar, pero en cambio ahora es cuando las condiciones en las que se enseña están en peores circunstancias.
Yo observo, vivo y a veces sufro las circunstancias de este momento social, que como es natural tienen su reflejo en la escuela.
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El problema principal, bajo mi punto de vista, es la delegación que la sociedad ha hecho de valores fundamentales que antes todos asumían, principalmente la familia y que ahora, parece que sólo la institución escolar defiende, promueve e intenta mantener a flote. Muchos padres, por las especiales circunstancias del mundo del trabajo, de la necesidad de ganar dinero o simplemente por el mantenimiento de un modo de vida en consonancia con la sociedad consumista, hacen dejación de su función de educadores de sus hijos. Padres que no tienen tiempo, que apenas charlan con sus hijos, que les dan todo tipo de caprichos (a veces compensando su mala conciencia) y que dejan a sus hijos en la escuela para que sean allí educados y formados adecuadamente, haciendo dejadez de algo que es función de ellos principalmente. Es en la escuela donde los chicos se dan cuenta por vez primera que viven en sociedad, que deben controlar sus impulsos, que deben aparcar sus caprichos y que deben esforzarse y dejar el juego para otro momento.
Hay muchos niños que reciben el primer NO en la escuela. Niños acostumbrados a no tener ningúna educación, ni buena , ni mala ni regular, ninguna.
Mantener el orden y la motivación y la necesaria disciplina para poder concentrarse en el aprendizaje es a lo que dedicamos la mayor parte de la energía los maestros, no siempre con buenos resultados ya que cuando las quejas se trasladan a los padres, éstos, muchas veces te manifiestan su impotencia con la educación de sus propios hijos cuando no se ponen de parte de sus hijos y en contra de ti, el maestro.
Antes la sociedad entera educaba.
Los niños tenían respeto por sus mayores y toda "la tribu" como dice el filósofo y pedagogo José Antonio Marina, colaboraba en esta tarea. Ahora no es así y los maestros muchas veces sentimos la soledad y la sensación de que nuestras energías por mejorar, por hacer de nuestros alumnos buenos ciudadanos se desperdician. Por otro lado, la Administración cada vez demanda de la escuela unos resultados casi como si de una empresa se tratara. Los criterios economicistas, de gestión de empresa, se trasladan al mundo de la enseñanza con todo lo que esto supone. En fin, es todo muy complejo y de difícil solución porque la misma sociedad es compleja y con problemas de difícil solución.
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Cuando regresé de China la primera vez sufrí una crisis importante en relación a mi trabajo.
Venir de una sociedad (la sociedad rural de China) donde la enseñanza carece de medios absolutamente. Donde el profesorado no existe o está escasamente formado. Donde falta hasta la tiza para escribir. Donde muchos niños abandonan la escuela para poder trabajar y ayudar en sus familias, en fin donde aún, el círculo vicioso de la pobreza hace que formarse sea un lujo y no al alcance de todos y encontrarme por contraste y de golpe con una escuela llena de ordenadores, biblioteca, videos, actividades extraescolares, profesores especialistas, etc, etc,... y con niños desmotivados, padres negligentes, etc, etc,... Este contraste provocó en mí una crisis de la que me costó salir. Empecé a tener el llamado "síndrome del quemado". Algo impensable hoy por hoy en las sociedades agrarias China y de la mayor parte del planeta. Tenía la sensación de querer y no poder, de desperdicio de energías haciendo tanta falta en otros lugares....
Sobre como es la escuela en la China rural recomiendo ver las películas
"Ni uno menos" y
"El camino a casa" de
Zhang Yimou y leer el libro
"El diario de Ma-Yan". Pobreza y condiciones duras pero respeto y valoración de la figura del maestro y de la importancia de aprender.