Con los ojos angustiados,
contemplo la escarcha.
En medio de la ciudad congelada
florecen crisantemos seductores.
El viento cae del cielo y quiebra
las ramas de los sauces llorones.
Las tristes notas de una flauta
me arrancan lágrimas.
El agua tranquila refleja
sombríos y rectos pabellones.
Con el sol de poniente
se tornan obscuros los montes.
Las aves ya han vuelto a sus nidos.
Sólo oigo agudos lamentos
de los cuervos trasnochadores
Du Fu (s. VIII)
Si la semana
pasada expresaba mi perplejidad por la deriva política, social y
económica de nuestro país, ahora deseo transmitir mi desánimo más
absoluto ante la falta de esperanza en que los asuntos que más nos
preocupan empiecen a resolverse. Si la luz al final del tunel se
aleja ¿Qué podemos hacer?
Siento mucho
decirlo, pero cada vez más constato la profunda diferencia que
nuestro pueblo tiene con el resto del llamado "entorno europeo" y
que nos ajeja cual balsa que se desprende de su amarre y se desliza
lenta, pero irremediablemente, con todos dentro hacia la catarata que nos disgregará
y hará que los que en ella vamos acabemos, ahogados unos, y los afortunados que
se salven, lo harán tras una profunda lucha, solos y en otro lugar.
Casi treinta
años llevo levantándome todos los días para ir a trabajar a mi escuela con el
mayor ánimo posible, intentando cumplir lo mejor que sé con mi
deber.
Siempre me he
entregado al máximo e intentado aprender de mis errores y
perfeccionar mi manera de trabajar.
Atento siempre
al tiempo que me ha tocado vivir, me he preocupado por reciclar mis
conocimientos y ponerme al día ante los desafíos tanto de tecnología
como de actitud ante las exigencias de la sociedad y seguir
transmitiendo ilusión por el conocimento, curiosidad por lo novedoso
y herramientas para el aprendizaje que nunca termina, así como
coraje para sobreponerse a los obstáculos y poner en marcha la
creatividad personal.
Cada año,
cada curso escolar, tras el necesario descanso, he retomado el
trabajo como si fuese el primero. Como si cada curso fuese el primero
de mi carrera y las ilusiones fuesen las que dominasen a otros
sentimientos.
Durante casi
treinta años apenas he faltado a mi trabajo. La salud siempre me ha
acompañado y espero que así sea durante muchos años más, aunque ahora lo que siento, y cada vez más es : cansancio. Noto que la fuerza, la energía, me
abandona cada vez más pronto y necesito el descanso con más
frecuencia que antes para mantener el nivel que me he auto exigido toda mi vida.
Por todo esto,
siento con tristeza que los tiempos que se avecinan, en mi trabajo,
como en tantos otros ámbitos, serán muy duros y no sé si estaré a
la altura de los retos que se me plantearán.
Ayer, la
lectura de un titular de prensa (uno más), más allá de la indignación, lo
que me produjo fue tristeza.
Sucede actualmente en Madrid, va a ocurrir en Galicia y mucho me temo que pronto será en toda España. Nuestros políticos, incapaces o sin voluntad de combatir el fraude y necesitando dinero, toman injustas medidas como esta. Es un gran retroceso y la confirmación de la estrategia de desmontar todos los avances sociales.
Ahora que ya voy haciéndome mayor y que las "averías" empiezan a surgir, ahora que cada vez más me cuesta estar al cien por cien, ahora precisamente que el nivel de exigencia es mayor por parte de Administración, padres y niños, ahora precisamente dejarán de pagarme cuando tenga una baja médica.
Tras la indignación me sobrevino una gran tristeza cuando leí algunos comentarios a esa noticia, que como siempre ocurre, vuelcan su resentimiento, sus frustración en los funcionarios (metiéndonos a todos en el mismo saco)
Va a ser verdad lo que oí un a alguien en la radio: España es un país de envidiosos e ignorantes gobernado por inútiles sinvergüenzas. Muy exagerado e injusto, pero la verdad es que la corrupción y la tolerancia que nuestra sociedad tiene ante ella es quizás una de las claves de nuestro problemas y que nos diferencia de nuestro "entorno europeo".
Me preocupa que la sociedad que le vamos a dejar a nuestras hijas sea peor que la que nosotros recibimos de nuestros padres y parece que si nada lo remedia así va a ser.
Dicen que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades (yo nunca lo he hecho) y lo que pienso es que, en realidad nos han robado por encima de nuestras posibilidades.
No veo ante mí al hombre del pasado,
ni detrás al no llegado.
Pensando en lo infinito que es el universo,
derramo lágrimas, solo, en la tristeza inmerso.
Chen Ziang (s. VIII)