Escribía en un poema Wang Wei hace casi mil trescientos años:
"... ya al pie de la montaña,
cierro mi puerta a todo el mundo"
Leyéndole encuentro un cierto paralelismo con lo que ahora me/nos sucede a muchos en estos años de crisis profunda y de incertidumbre. Se constata, una vez más, que no hay nada nuevo bajo el sol y que, como decía mi admirado Carl Sagan, en este diminuto, pálido punto azul en el cosmos, las cosas vuelven a repetirse una y otra vez y es entonces cuando la mirada de algunos, entre los que me encuentro y se encontraba Wang Wei, se vuelve hacia otro lugar más amable y "seguro": la belleza.
Después de años de escribir poemas denunciando la corrupción política y una vez constatado que las ambiciones y miserias humanas a veces desbordan y acaban con las mejores de las intenciones, cierra la puerta al mundo, cambia la mirada sobre la vida que ahora gira hacia lo que de bello, fascinante y esperanzado tiene nuestra existencia. La poesía, en esta segunda etapa de la vida de Wang Wei se torna más hacia la belleza de las cosas y a la naturaleza.
Supongo que Wang Wei, lo que hizo fue cambiar la mirada, pero no las convicciones e ideales personales que a lo largo de toda la vida se van fraguando. Cuando vas haciéndote mayor y compruebas de modo empírico que las decepciones no eran tan excepcionales como pensabas y que poco a poco tantas cosas y tanta gente te va defraudando, por instinto, vuelves tu mirada, que no tu acción y compromisos diarios, hacia lo que tu existencia puede darte de gratificante.
La madurez te vuelve más realista y aunque con simpatía observes la energía que la juventud derrocha, sabes por experiencia que, aunque necesaria, yo diría que imprescindible, ésta no va a cambiar al mundo, al menos en la medida que uno soñaba, aunque todo tiene su valor y su sentido. Sólo hay un cambio de mirada sobre las cosas.
Cuando uno contempla el Cosmos y piensa en nuestra existencia de seres que durante cientos de miles de años ha habitado en este diminuto, pálido punto azul . Cuando te das cuenta que tu especie durante cientos de miles de años se ha fascinado, ilusionado, peleado y amado en este diminuto, pálido punto azul. Cuando compruebas que todo esto de algún modo u otro ya pasó, tornas tu mirada y las palabras de Wang Wei cobran pleno sentido:
Un arroyo cristalino bordea
extensos cañaverales.
Despacio y tranquilamente,
marcha por su camino mi carruaje.
Las ondeantes aguas parecen
mostrar su cariño por mí.
Los pájaros crepusculares,
en bandadas, vuelven conmigo,
el desierto pueblo mira
un embarcadero antiguo.
El sol vierte sus polvos de oro
sobre los cerros autumnales.
ya al pie de la majestuosa montaña,
cierro mi puerta a todo el mundo.
Wang Wei (s.VII)
me alegro de volver a leerte :-) Nos tenías un poco abandonados!!
ResponderEliminarPrecioso, realista y en fin, acertado post, para los que probamos sentimientos muy parecidos..
Gracias Jose Luís
Roberto
qué entrada más...real...y qué pena de seres, nosotros, que repetimos y repetimos las historias y la historia...Yo a veces, no sé para donde mirar...todo lo veo negro...muy negro...Sólo las sonrisas de mis hijos dan un poco de luz al presente...Un abrazo...
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