La percepción del tiempo que vivo ahora es de que éste pasa muy deprisa. Cuando echo la vista a atrás, por un lado me parece que fue hace muy poco que iniciamos todo el proceso de formar una familia mediante la adopción. Recuerdo todos los hechos más importantes con mucha nitidez, como si hubiesen ocurrido ayer mismo, pero si miro el calendario (y me miro al espejo) veo que ya va pasando mucho tiempo. También cuando miro a mis hijas veo ese vertiginoso paso de los años. Casi sin darme cuenta ha llegado el momento en el que mi hija mayor está a un pasito de la pre-adolescencia. Desde el comienzo he sido de la opinión de que hacer un viaje a China antes de la adolescencia es algo muy importante para el futuro emocional de nuestras hijas, para la construcción sana de su identidad. Ese tiempo , ese viaje que yo tanto deseo, está cada vez más cerca y debemos empezar a prepararnos.
Sigo con atención la evolución de las familias norteamericanas con hijas nacidas en China que nos han precedido y observo como desde hace un par de años han comenzado los viajes de familias a visitar sus lugares de nacimiento y en algunas ocasiones los orfanatos.
Todas estas experiencias parecen muy positivas .
Pongo a continuación el enlace de este video:
Zhang Empresses, de uno de estos viajes (del que he sabido a través del blog amigo
Perhaps Paloma). Son sólo los diez primeros minutos de un reportaje de cuarenta y cinco y en él se observa como las niñas (que desde siempre se conocen pues sus padres, como hacemos aquí en España muchas familias, se reúnen una vez al año desde distintos lugares de Suecia) disfrutan de hacer el viaje juntas. Muestran su alegría de no sentirse diferentes en el paisaje humano como les ocurre en Suecia.
También he leído en
washingtonpost.com este reportaje (con un breve video) de un viaje de varias familias norteamericanas realizado el verano pasado. Impresiona el dato de que la ciudad (Changzhou) que recorrieron allá por 1995 tenía 700.000 habitantes, ahora tiene casi cuatro millones. Es esperanzador el saber que cada año, diez familias chinas adoptan en el orfanato y sobre todo el dato que da un policía de que cada año sólo una o dos niñas son dejadas a la puerta de la comisaría.
En el reportaje también se destaca que de las cinco familias, sólo una cumpliría los requisitos que actualmente pone china para las adopciones por parte de extranjeros.