Se preguntaba Confucio que si las personas no respetan a sus mayores, en que se diferencian entonces de los animales. Es sabido que en la cultura oriental, los mayores, por el sólo hecho de serlo son motivo de respeto. La cultura occidental, en esta sociedad global, lentamente "contaminando" a la sociedad oriental con sus valores de competitividad y eficiencia y que unidos a la velocidad y al culto al dinero, poco a poco, va convirtiéndose en algo universal, global, y por tanto, también chino.
En occidente, esa minusvaloración de lo viejo, también, no sé muy bien por qué, se ve afectada por "la cultura de lo joven" que con frecuencia está sobre valorada y por consiguiente, se tiende a ver lo antiguo, lo viejo, y no digamos al anciano , como algo, como alguien que ya no sirve, que no aporta nada económicamente valioso y que por tanto a menudo, representa un estorbo.
Este verano, se ha promulgado en China la primera ley de protección a los ancianos (obligaciones de los familiares , nada se dice de la protección del Estado, como representante de la sociedad en su conjunto)
Se obliga por esta ley a visitar y ayudar económicamente a los familiares ancianos en consonancia con los principios confucianos que lentamente se van desdibujando.
En España, también empieza a pasar algo parecido.
Recuerdo cuando era niño, con nuestra abuela viviendo en casa, que me llamaba poderosamente la atención la forma en que otras sociedades más desarrolladas trataban a sus mayores. Me resultaba extraño que hubiese tantos ancianos con hijos que viviesen en residencias. Mis amigos tenían casi todos a un abuelo o una abuela en casa. Las residencias de ancianos, era la excepción, no la norma.
Reflexiono sobre todo esto tras haber disfrutado
ayer de la película "Una vida sencilla" , de Ann Hui.
Un par de horas de sosiego y de disfrute de emociones simples y corrientes, pero a la vez profundas.
Película de ritmo lento y breves diálogos, que nos muestra una situación y unos personajes con los que nos podemos sentir identificados de alguna manera u otra.
Cinta, repito, que emociona y hace reflexionar sobre muchas cosas; principalmente sobre la vejez, y también sobre la gratitud y la soledad.
Historia situada en Hong Kong, pero que podría ser en cualquier otro lugar y en cualquier otro tiempo.
Magnífica interpretación de Deanie Yip y de Andy Lau.
Una sencilla historia que te hace reflexionar sobre el valor que los mayores merecen. Ideas de gratitud y amor hacia los que en otro tiempo contribuyeron a lo que ahora somos.
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