"Siempre lees libros sobre China" me comenta mi hija mayor. Si bien es verdad que leo mucho sobre el país de nacimiento de nuestras hijas, también leo otras muchas cosas , de muy variado tema y procedencia., es natural que así sea, ya que aunque China, con su cultura y por supuesto su literatura, tienen, por razones obvias, una enorme atracción sobre mí, también otros temas, otros autores y otros países captan mi atención.
Lo último que he leído, por recomendación de un amigo es "La Elegancia del Erizo", de Muriel Barbery.
Seguro que muchos de vosotros habréis disfrutado con esta novela , éxito de ventas desde hace un par de años en Francia y en otros muchos lugares del planeta. Me ha gustado , si bien al principio no me sedujo mucho, pasado el primer tercio, me atrapó de tal manera que lo devoré en poco tiempo, dejándome un buen sabor de boca y con la idea de volver sobre ella. Tiene reflexiones que requieren una lectura pausada , tranquila, dejando de vez en cuando el texto aun lado y deteniéndose a pensar...
Reproduzco a continuación un pasaje de la novela donde se cita la adopción y que me ha hecho volver sobre la idea de los problemas de identidad que pudiesen tener en un futuro nuestras hijas.
Una de las protagonistas es una niña superdotada que posee una extraordinaria y aguda capacidad de reflexión sobre todas las cosas y que además, dada su enorme sensibilidad, es capaz de emocionarse hondamente ante cualquier manifestación de belleza. Es muy crítica con todo y piensa que su vida no tiene el sentido por lo que decide poner fecha de caducidad a su existencia. En un momento de la novela , nos la encontramos en compañía de su tía y su prima “Síndrome de Down”, en una cafetería frecuentada por personas de clase alta, en el París más glamuroso y cuenta:
"...En la mesa junto a la nuestra había una pareja con un bebé. Una pareja de blancos con un bebé asiático, un niño que se llamaba Théo. Hélene y ellos se han caído bien y han pegado la hebra un poco. Se han caído bien por ser los tres los padres de un niño diferente, por supuesto, por eso se han reconocido y han entablado conversación. Nos hemos enterado de que Théo era un niño adoptado, que tenía quince meses cuando lo trajeron de Tailandia, que sus padres habían muerto en el tsunami, así como todos sus hermanos. Yo miraba a mi alrededor y me preguntaba: ¿cómo se las va a apañar? Estábamos en Angelina, al fin y al cabo: todas esas personas bien vestidas, que paladeaban con aire afectado unos dulces birriosos y que no estaban ahí más que por. ..pues por la significación del lugar, la pertenencia a cierto mundo, con sus creencias, sus códigos, sus proyectos, su historia, etc. Algo simbólico, vaya. Cuando se toma el té en Angelina, se está en Francia, en un mundo rico, jerarquizado, racional, cartesiano, regulado. ¿Cómo se las va a apañar el pequeño Théo? Ha pasado los primeros meses de su vida en una aldea de pescadores en Tailandia, en un mundo oriental, dominado por valores y emociones propias donde la pertenencia simbólica quizá se ponga en práctica en las fiestas del pueblo cuando se honra al dios de la Lluvia, en el que los niños viven inmersos en creencias mágicas, etc. y de repente helo aquí en Francia, en París, en Angelina, inmerso sin transición en una cultura diferente y en una posición que ha cambiado de manera radical: de Asia a Europa, del mundo de los pobres al de los ricos. Entonces, de repente, me he dicho: quizá, dentro de unos años, Théo tenga ganas de quemar coches. Porque es un gesto de rabia y de frustración, y quizá la rabia y la frustración más grandes no sean el paro, ni la pobreza ni la ausencia de futuro; quizá sea el sentimiento de no tener cultura porque se está dividido entre varias culturas, entre símbolos incompatibles. ¿Cómo existir si uno no sabe dónde está? ¿Si se tiene que asumir a la vez una cultura de pescadores tailandeses y otra de grandes burgueses parisinos? ¿De hijos de inmigrantes y de miembros de una gran nación conservadora? Entonces uno quema coches porque cuando no se tiene cultura, uno deja de ser un animal civilizado y pasa a ser un animal salvaje. y un animal salvaje quema, mata y pilla. Sé que no es muy profundo, pero después de esto al menos sí se me ha ocurrido una idea profunda, cuando me he preguntado: ¿ y yo? ¿Cuál es mi problema cultural? ¿De qué manera estoy yo dividida entre distintas creencias incompatibles? ¿Qué me hace ser un animal salvaje? ... "
He pensado en mis hijas cuando crezcan un poco y en las situaciones en que la vida les pueda hacer que reflexionen , como hace la chica protagonista de la historia, en el sentido de pertenencia a una clase social, a un entorno, a un país, a una cultura.
Cuando les lleguen situaciones que las desequilibren, que les llegarán, espero que sepan, tras momentos de confusión, de duda, cuando parezcan que pueden caer, recuperen el equilibrio y sigan hacia adelante con paso seguro.
De la lectura del libro, una conclusión que he sacado, es que la patria común de todos los seres humanos, lo que nos ayuda a llevar una existencia consciente plena y en constante crecimiento , independientemente de nuestro origen y de las circunstancias vitales que nos surjan , está en la belleza de las cosas, en el arte del que se impregna la vida cotidiana y que a veces nos es tan difícil de apreciar.