Tenía muchas ganas de ver la película Zhao. Por fin he podido hacerlo.
Creo que es la primera película que cuenta una historia de ficción directamente relacionada con la adopción en China y cuya protagonista es una joven veinteañera que fue adoptada en este país y que tras perder a sus padres de forma repentina, se debate entre el amor a su pareja y el compromiso con una causa que afecta a su país de nacimiento y que le exige un gran sacrificio ... y hasta aquí cuento.
Es una historia de amor y no un planteamiento futurible de como actuarán nuestras hijas una vez adultas. Esta es la idea que Susi Gonzalvo, directora de la película y madre de una niña nacida en China y de nombre Zhao, ha pretendido, según leí en una ocasión.
Como padre de dos hijas nacidas en China, la película me ha interesado mucho (no tanto como cinéfilo) por lo que tiene de similar a nuestra historia de padres adoptivos y lo que cuenta de las adopciones en ese país que nosotros también hemos vivido. También me ha interesado porque me ha hecho pensar y sentir algunas cosas.
Zhao está ahora otra vez huérfana y sola, desprotegida y "desnuda". Cuando así se siente recibe el confort que necesita simbolizado en una camisa que su padre le envía desde el cielo para que se cubra.
¿Qué sucederá a nuestras hijas cuando nosotros no estemos con ellas?
¿Cómo se sentirán?
Nosotros somos su nexo, su unión con el país que las vio nacer. De allí vinieron con nosotros, de China le hablamos y de China nos traímos recuerdos, muchos recuerdos de aquellos hermosos días que vivimos juntos y que renacen en parte a través de nosotros. Pero, ¿y cuándo nosotros no estemos?
He vuelto a hacer me esta misma pregunta que hace unos pocos años ya me hice cuando antes del lanzamiento de otra película documental sobre la adopción (que no he visto) "Adopted, the movie" , su directora Barb Lee que fue adoptada en Corea en los años sesenta, contaba que al morir sus padres sintió no sólo la pérdida de sus seres más queridos, sino que de alguna manera, también sintió que quedaba más huérfana y sola todavía si cabe al perder a aquello que representaba su unión con el lejano país donde nació.