“Yo no enseño a quien no se esfuerza en comprender”
Confucio
"El que todo lo juzga fácil, tendrá la vida difícil"
Lao Tsé
Cada año que pasa más cansado estoy cuando llega el final de trimestre. Enseñar en estos tiempos es labor ardua. El valor del esfuerzo, del trabajo bien hecho, del amor propio, se cotiza poco.
Tenemos a toda una generación de futuros adultos que se están educando (maleducando) en el “aquí, ahora y me lo merezco”. En apariencia todo está bajo control y según la Administración vamos en el buen camino….
Son días de evaluaciones y de ajetreo previo a los días navideños que supondrán el primer descanso después de tres meses de trabajado duro, cada vez más duro.
Me gusta mi trabajo, pero cada vez el margen para realizar actividades que considero interesantes y motivadoras para los chavales, se estrecha más y más por la burocracia y por el férreo orden que “desde arriba” se nos impone, por el control y por la compartimentación , rígida y exhaustiva de nuestra labor .
Todo está reglamentado, compartimentado, medido y programado y la parte que de creatividad, de arte, que nuestro trabajo tiene, cada vez se ve más constreñida por los que nos administran.
Tengo la sensación a veces que soy como un cocinero que quiere ser creativo, que quiere hacer de la comida un placer y que trabaja en un local de comida rápida, cuando sé que para hace un buen guiso lo que se necesita es tiempo, sosiego y mucho amor en la administración de los ingredientes.
Siento que la escuela es cada vez más como un McDonald’s, donde los menús son todos iguales en todas partes. En todos los McDonald’s son sencillos, baratos y los locales se asemejan unos a otros, así como los empleados, todos uniformados, controlados y amables.
A pesar de todo caminamos hacia adelante siempre e intento aplicarme este otro pensamiento de Confucio:
"No te quejes de la oscuridad enciende una luz"