Aparte de disfrutar de los instantes que nuestras hijas nos regalan a diario y de intentar educarlas según nuestra visión de las cosas y el mundo (algo difícil a veces, que requiere tenacidad y algún que otro cabreo como todos los padres saben...) también de vez en cuando nos imaginamos a nuestras hijas ya mayores, adolescentes , jóvenes e incluso adultas ya fuera de nuestro círculo protector.
He vuelto sobre estos pensamientos tras ver esta semana la película japonesa
"Go", de Isao Yukisada. Trata el tema de la identidad cultural y el racismo que va asociado muy a menudo a un grupo étnico concreto. Los coreanos (al igual que los chinos), que en rasgos étnicos en casi nada se diferencian de los japoneses, sufren, según la película, el rechazo de gran parte de la sociedad nipona. La sola mencion del origen automáticamente es asociada a una cultura que provoca rechazo en muchos... El protagonista de la película es un adolescente que intenta afirmar su personalidad que va y viene entre la autoafirmación de coreano y el rechazo de esta condición y su plena integración en la sociedad japonesa que en cierta manera le rechaza por serlo. Es el eterno problema de la inmigración, la integración , la identidad cultural, el racismo y la heterofobia.
Tras ver la película he pensado en mis hijas y en su bienestar emocional en una sociedad que si bien es cada vez más abierta, plural y rica en lo cultural y étnico, también es una sociedad que en su seno tiene cada vez más
individuos intolerantes, crispadores y muy "mala gente", y que aunque tienen el rechazo de la mayoría, también la insensibilización que poco a poco va calando en nosotros y que nos hace ser excesivamente distantes con al dolor ajeno, puede provocar que campen a sus anchas y provoquen el rechazo lento y sutil pero cada vez cada vez más grande hacia los diferentes. No nos engañemos. En la sociedad española existe el racismo, aunque en honor a la verdad, en mucha menos cantidad e intensidad que en otros países. Nuestras hijas, tan étnicamente diferentes, pueden sentir en algún momento la punzada del rechazo, ya sea de un modo sutil o descarado por parte de esa "mala gente" que desgraciadamente existe y existirá. Me preocupa mucho que las personas "buena gente", que son , ya digo, la mayoría, se muestren indiferentes, dejen hacer y no sean lo suficientemente enérgicos en el rechazo a todos eso que envenenan la convivencia y tienen un discurso negativo hacia el distinto, el que está en minoría, el débil.
Siempre he tenido muy claro que nuestras hijas tienen unos bellísimos rasgos que nosotros adoramos y que, precisamente por ello, no nos cuesta trabajo trasmitirles el orgullo de poseerlos. También porque la sociedad identifica rasgos étnicos y cultura es necesario que sientan una mínima identificación con esa cultura que no viven porque no es la suya pero con la que serán inmediatamente asociada por parte de la gente en general. Mi hija mayor tiene una compañera de clase un poco pesada que ya en varias ocasiones y conocíendola desde párvulos le ha hecho comentarios del estilo de
si come con palillos, que si habla chino, etc... Mi hija siempre le ha contestado con respuestas "de manual" :
No hablo chino porque el chino lo hablan los que viven en China o lo hablan en casa, o yo como con tenedor, aunque sé usar los palillos,... Es una sola niña en una clase de veinticinco. ¿Qué ocurrirá cuando llegue a la ya muy próxima adolescencia? Todo adolescente busca autoafirmarse, busca definir su personalidad, y todos sabemos lo difícil que es esa etapa. Nuestras hijas tienen un plus, poseen unos rasgos que las diferencian de sus padres y de la mayoría. ¿Como preparar a nuestras hijas ante ese difícil momento que supone la adolescencia, con sus inseguridades, sus miedos y vaivenes?
En los Estados Unidos donde ya las primeras niñas que fueron adoptadas en China empiezan la adolescencia, ésta no parece que esté resultando especialmente dramática, al contrario de lo que ocurrió con muchos niños que hace más de cuarenta años fueron
adoptados en Corea y criados en un ambiente de integración tan total con la sociedad en la que vivían, que sus padres en su mejor intención de integrar borraron toda seña de identidad cultural con el país que les vio nacer y que estos adolescentes , una vez salidos de la burbuja familiar se dieron de bruces con la sociedad que no sólo veía en ellos a unos "chinos" sino que demandaban de ellos algo para lo que nunca habían sido preparados.Por eso es importante integrar de un modo natural, sin forzar jamás, un aprecio, un orgullo y cierto mínimo conocimiento de la cultura del país donde nacieron nuestras hijas. Es importante bajo mi punto de vista, el contacto regular con otras familias que se han formado mediante la adopcción y sin perder de vista donde vivimos y cual es nuestra cultura, incorporar a nuestras vidas de un modo lo menos artificial posible aspectos de la cultura del país que las vio nacer y les dio esos bellos rasgos que las diferencian de sus padres y de la mayoría.
En
esta interesante entrevista (en inglés), Nancy Kim Parsons, que fue adoptada en Corea y es la
co-productora de un documental sobre la adopción transracial:Adopted: The New American Family , nos cuenta como, si bien en un principio rechazaba los esfuerzos de sus padres por hacerle sentir orgullo de su diferencia racial, a la larga lo agradece y pone de manifiesto el acierto que tuvieron.